domingo, 25 de julio de 2010



Preso... preso por voluntad o por decisión. No, creo que ya era hora de sucumbir ante la frivolidad, ante la fuerza inminente y arrasadora.
La historia no se borra, se maquilla, se embellece y se nubla... es un disfraz conveniente, un disfraz de las secuelas, de las marcas que situaciones pasadas han dejado. Somos producto de una sociedad, de una masa que es imposible separar y que no se pretende de ninguna manera, pero mas que por seguirla, por pertenecer a ella, es una cuestión personal, interior. Paradójico, es interior pero a través del exterior.
Arrojarse al gran abismo común, sentir el viento para nada emancipador, por el contrario, un viento que se aferra a ti, que te envuelve y cubre, es el dejarse caer, para poder volar, aunque solo sea un sueño, una añoranza, es verse consumir, el sentir un químico amargo que promete PROMETE, es el dolor que anuncia bendiciones, mejoras...
Cada poro percibe el dolor, el ardor, sin embargo, no se reusa se da y sucumbe ante esta fuerza arrolladora, una fuerza que vence el dolor.
Regreso a la fe, esta presente, no mas, es el nombre de esta fuerza, que a pesar del dolor se recubre de acero y aun la corrosión la vence y la nubla, todo sea por la BELLEZA... pero que es la belleza en realidad, o cual es la realidad de la belleza, lo abstracto es sublime. Entonces, las marcas no?
Imposible saberlo, solo déjate sucumbir, vuela o inténtalo y dejate cubrir, cobijar por el viento.

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